leer libros como crecimiento personal

La lectura como crecimiento personal

Aprendí a leer a la edad de tres años y no he parado desde entonces.

La lectura es algo muy importante en la formación de una persona. Leer para estudiar, leer para aprender, como se requiere en la escuela, pero no solo.

La lectura es una magia que moldea y da forma a nuestra esencia. Hay una hermosa frase de Tiziano Terzani que la dice, en su libro “El fin es mi comienzo”: “No somos solo lo que comemos y el aire que respiramos. 

Somos también las historias que escuchamos, los cuentos de hadas con los que nos dormían de niños, los libros que leemos ”. Palabras, cuentos, novelas, ensayos, todo lo que leemos pasa a formar parte de nosotros y nos cambia.

Sabemos leer cuando aprendemos el alfabeto, las palabras, el significado de las palabras. Pero leer es mucho más que la facultad de distinguir letras y traducirlas en sonidos significativos. Todo lo que leemos es una herramienta más para comprender, pero sobre todo para sentirnos bien.

Leer es comprender. Comprensión del mundo, comprensión de las personas, comprensión de nosotros mismos. Cuando nos sumergimos en un libro podemos ser capaces de abstraernos de lo que nos rodea, pero al mismo tiempo todo lo que hemos leído pasa a formar parte de nuestra realidad.

 Porque todo lo que leemos resuena dentro de nosotros. Sin darnos cuenta, comparamos lo que leemos con nuestra experiencia, con nuestra experiencia. Cuestionamos y evaluamos todo a la luz de lo que estamos leyendo. Por tanto, lee no para escapar de la realidad sino para comprenderla mejor.

Leer es curiosidad. Curiosidad por conocer conceptos, historias, personas. Curiosidad por conocer el mundo, los demás, nosotros mismos. Curiosidad que también nos predispone a escuchar. 

Escuchar al mundo y a los demás, para entender lo que tienen que decirnos. El mundo es una fuente inagotable de historias, la naturaleza nos habla con todas sus manifestaciones, desde las más grandes hasta las más pequeñas. 

El deseo de leer y comprender el mundo siempre ha sido inherente al hombre, es el resorte que lo impulsa a intentar descubrir y desvelar sus secretos. Cada persona es también una fuente inagotable de historias.

 Su comportamiento, sus palabras, sus pensamientos, todo sobre la persona es como un libro para leer. Entonces, cuanto más amamos la lectura, más queremos comprender a los demás. Y cuanto más entendemos a los demás, más capaces somos de entendernos a nosotros mismos también.

Leer es concentración. Con la lectura aprendemos a centrar la atención sin dejarnos distraer por los estímulos externos, por las fuentes de perturbación que con demasiada frecuencia nos distraen de lo que estamos haciendo. Aprendemos a tener más conciencia del presente, del aquí y ahora.

Leer es emoción. No es solo nuestro cerebro el que se dedica a la actividad de leer, sino también nuestro corazón, nuestra alma. Lo que leemos produce sensaciones que permanecen dentro de nosotros y construyen nuestro ser incluso cuando hayamos olvidado los contenidos que hemos leído. 

Así podemos olvidar las palabras que alguien nos dijo pero no las sensaciones que nos hizo sentir, dolorosas o placenteras. Podemos olvidar episodios enteros de nuestra vida, pero siempre están ahí, dentro de nosotros, no podemos eliminarlos, no podemos fingir que nunca existieron.

Leer es apertura. Voluntad de recibir y aceptar algo que no conocemos. Voluntad de escuchar lo que nos gusta pero también lo que no nos gusta. Voluntad de escuchar a los demás aunque sean diferentes a nosotros, aunque digan cosas distintas a las que pensamos.

Leer es escuchar. No solo las palabras, sino también el tono, los gestos, la comunicación no verbal, todo aquello a lo que aprendemos a prestar atención a partir de las descripciones. De las cosas que se dijeron y las que no se dijeron. De lo que entendemos, pero también de lo que no podemos comprender de inmediato.

Leer es paciencia. La espera de saber. La espera, una página a la vez, un paso tras otro, para que se desarrolle la historia, para que se expliquen las cosas, para que se sepa la verdad.

Leer es compartir. Cuando leemos algo importante, interesante, emocionante, queremos compartirlo con los demás, que otras personas lo lean, para que ellos también puedan disfrutarlo. No hay egoísmo en la lectura, compartir siempre multiplica y nunca resta.

Leer es compañía. Alguien siempre con nosotros, cuando lo necesitemos, que nos cuente algo divertido, ajetreado, interesante, ligero, emocionante, fantástico, que destruya el aburrimiento, que nunca nos deje solos.

Leer es fantasía. La imaginación se alimenta de palabras y nos crea mundos que recordamos como si realmente los hubiéramos vivido, construye en nuestra mente realidades previamente desconocidas, completa incluso lo que no se dice, el antes y el después.

Leer es reflexión. Es la capacidad de no detenernos en lo que hemos leído, sino de seguir pensando en ello. La capacidad de hacer preguntas, de indagar, de preguntar qué más hay, de seguir leyendo, de buscar respuestas.

Leer es comunicación. Al leer aprendemos a comprender lo que el autor del texto quiere comunicarnos. Pero la lectura también nos ayuda de formas inesperadas a mejorar nuestra capacidad para decir, expresar nuestras ideas, nuestras emociones. Y básicamente nos ayuda a mejorar nuestras relaciones con los demás.

Leer es amarte a ti mismo. Dedicar tiempo, atención, interés, cariño a la lectura es dedicar tiempo, atención, interés, cuidar de uno mismo, y aprender a dedicarlo a algo o alguien que no somos solo nosotros.

Leer es un placer. Es una forma agradable de ocupar el tiempo, de distraerse de las preocupaciones, de aprender algo nuevo, de divertirse de forma inteligente. Es un placer elegir un libro, es un placer leerlo, es un placer pensar en él después de haberlo terminado, es un placer hablar de él con alguien. Placeres solitarios y placeres compartidos que mejoran nuestros días.

La lectura nos hace sentir bien. Mejora nuestro estado de ánimo, nuestra empatía, nuestra disponibilidad. Nos hace mejores personas y nos hace sentir mejor, mejor con nosotros mismos y mejor con los demás.

Aprendí a leer a la edad de tres años y no he parado desde entonces. Si has venido aquí es porque también te gusta. Nunca dejes de leer: palabras, frases, historias, personas, mundos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *